El uso de patinetes eléctricos se ha consolidado en España como una alternativa de transporte urbano eficiente y accesible. Este crecimiento acelerado ha colocado sobre la mesa la necesidad de contar con esquemas de protección que respondan a los riesgos asociados a su circulación en espacios compartidos con peatones y vehículos.
En los últimos meses, la movilidad personal ha dejado de ser un fenómeno marginal para convertirse en un componente estructural del tránsito urbano. Los patinetes eléctricos se utilizan tanto para traslados cotidianos como para actividades laborales, lo que incrementa la exposición a accidentes, daños materiales y reclamaciones por responsabilidad civil.
La normativa vigente obliga a los usuarios a cumplir con reglas de circulación específicas, pero no siempre existe conciencia sobre las implicaciones económicas de un siniestro. Un accidente puede generar gastos médicos, reparaciones o indemnizaciones a terceros que superan con facilidad la capacidad financiera del usuario. En este escenario, el seguro se vuelve una herramienta básica de protección.
Coberturas clave y obligaciones del usuario
Los seguros para patinetes eléctricos suelen incluir responsabilidad civil frente a terceros, defensa jurídica y, en algunos casos, daños propios o asistencia en carretera. Estas coberturas permiten afrontar reclamaciones derivadas de atropellos, colisiones o daños a bienes públicos y privados.
Además, algunas pólizas contemplan indemnizaciones por lesiones personales del conductor y protección ante robo. Este tipo de soluciones se vuelve especialmente relevante en ciudades donde el parque de patinetes ha crecido de forma acelerada y la siniestralidad comienza a mostrar una tendencia al alza.
La contratación de estos seguros no solo responde a una lógica de cumplimiento normativo, sino también de prevención financiera.
Datos sectoriales recientes indican que el interés por seguros vinculados a movilidad personal creció de forma sostenida desde 2023, impulsado por la expansión de zonas urbanas de bajas emisiones y la profesionalización del uso de vehículos individuales. Esta evolución confirma que la protección aseguradora ya forma parte del ecosistema de la nueva movilidad en España.
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