El gasto veterinario dejó de ser un imprevisto menor para convertirse en una variable relevante del presupuesto familiar en México. Consultas de urgencia, cirugías y tratamientos especializados empujaron a muchos hogares a buscar esquemas formales de protección para sus mascotas, en especial perros.
El mercado mexicano respondió con pólizas cada vez más estructuradas, diseñadas para cubrir accidentes, enfermedades y, en algunos casos, responsabilidad civil. Antes de cerrar noviembre, la oferta se concentra en aseguradoras con operación nacional, contratación digital y planes escalables según edad, raza y estado de salud del animal.
Mapfre México ofrece seguros para perros con distintos niveles de cobertura. Sus planes incluyen atención veterinaria por accidentes y enfermedades imprevistas, así como opciones adicionales ligadas a robo o extravío, siempre bajo condiciones específicas. La contratación exige que la mascota cumpla rangos de edad definidos y cuente con identificación.
BBVA Seguros participa con un esquema completamente digital. Su seguro para mascotas integra cobertura médica, accidentes, servicios preventivos como vacunación y desparasitación, además de responsabilidad civil. El manejo de la póliza se realiza desde la app del banco, lo que facilita trámites y consultas para los asegurados.
Seguros para perros y factores a evaluar
Los seguros para perros requieren una revisión cuidadosa antes de contratarse. Deducibles, periodos de espera y exclusiones varían entre compañías. También es clave verificar si la póliza cubre enfermedades congénitas o solo padecimientos adquiridos después de la contratación.
Asimismo, la edad de la mascota influye directamente en la aceptación y el costo. En México, la mayoría de las aseguradoras establece límites claros para perros mayores, lo que vuelve estratégica la contratación temprana.
El crecimiento del seguro para mascotas refleja un cambio cultural. De acuerdo con estimaciones del sector veterinario, los gastos anuales por perro pueden superar los 20 mil pesos en casos de atención médica recurrente, un monto que explica el interés creciente por esquemas de protección financiera.
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